Dic 06 2012

BIBLIOTECA DE TEMAS DE LA PUEBLA DE CAZALLA (XX): “LA PETENERA”, OBRA TEATRAL DE SALVADOR CABELLO

Os presentamos esta vez, estimados amigos del blog, el texto de una obra de teatro, que aunque es conocida por muchos por haber presenciado sus representaciones, sin embargo no sucede lo mismo con su texto, pues no ha sido publicado.

Salvador Cabello, como sabemos las personas que lo conocimos, fue un morisco enamorado de todo lo andaluz. De formación autodidacta, practicó la pintura, la poesía y la letra flamenca, y también el teatro. Todo con un enfoque popular y costumbrista. Lo primero, impregna su poesía y sus letras flamencas y gran parte de su pintura, teniendo como fuente su amor por el flamenco y por la copla. Lo segundo, se percibe también en muchas de sus pinturas y en sus obras de teatro. Le gustaba el mundo, para él mítico, de los gitanos; los campos cuajados de viejos olivares y los caminos bordeados de pitas y los toros y el flamenco.


Cartel anunciador de la representación donde se puede ver el elenco de participantes en la representación de La Petenera

La Petenera fue escrita y presentada en 1958, y es la primera de las obras de teatro de Salvador. Tiene resonancias de los mundos lorquianos y rasgos del lenguaje de los hermanos Quintero en los diálogos. Es un drama flamenco que presenta el mal sino de una mujer. En el desarrollo del argumento, mezcla los textos en prosa con las letras flamencas y los romances.

Aunque la obra es original de Salvador Cabello, parece que en el ejercicio de su amistad, participó en algunos momentos en su redacción Pedrito Gutiérrez, persona de fácil verbo, al que recordamos, siempre bien vestido y siempre afable, frotándose continuamente las manos, como un hábito más bien inconsciente que consistía no solamente en calentárselas y en hablar contigo mirando hacia arriba, mostrando sobretodo en ese gesto el blanco de sus ojos, como si no pudiera de ningún modo apartarlos de su Dios o como si Éste fuese testigo permanente de sus conversaciones.


Pedro Gutiérrez en el centro, con Salvador Cabello y Manuel Paéz, en el acto de agradecimiento por la recogida de fondos con la representación de La Petenera, que sirvió para la adquisición de un vehículo de minusválido para una persona necesitada

Los dos amigos unidos por el amor al teatro, a lo andaluz y a la cultura practicaron el teatro en una época gris y sin color, donde subsistir es trabajar de sol a sol y en la que actos como estas representaciones ayudaban a soportar la miseria y eran un rayo de luz, un halo de frescura, en un devenir corrompido y largamente asfixiante.

Eran unos tiempos difíciles, pero al mismo tiempo más simples y sencillos y, posiblemente, en el contacto, más humanos; en que las muchachas y también las mujeres maduras llevaban a sus casas la vida, es decir el agua tan lejana, clavada en el cuadril y en las casas olía a cisco y a carbón en invierno. Y los carbureros en las casas humildes, a la entrada de la noche, como imprescindibles luminarias, arrojaban danzas blanquinegras sobre las paredes de las alcobas sin puertas.

Es un mundo que aunque reciente ya ha sucumbido. Las costumbres de la época: las tascas y los colmaos solo para hombres y mujeres de otra vida, los tratos de ganado…ya se ven primitivos.



Parece una parada en los momentos previos al comienzo de la representación. Salvador da los últimos toques a una de las participantes. Archivo Curro Marín

También es la época de “los cantaores”, espectáculos variados, que se celebraban en los cines y que eran muy del gusto de la gente. En la misma representación de La Petenera y tanto en el intermedio como al final había gente que colaboraba cantando, como el gran cantaor Álvaro Trigueros o, como sucedía con el entrañable y sensible músico Manolo García, eterno dependiente de la tienda de Manolito Reina en la calle Victoria, tocando el piano.

Se trata de una obra de teatro que aunque no es honda por sus temáticas o por la definición de sus personajes, sí es flamenca, pues el cante es el cauce que utilizan los personajes cuando quieren mostrar sus sentimientos y también una forma que utiliza el autor para llegar de manera más fácil a su auditorio, muy acostumbrado a vibrar con esta manifestación artística. Es en definitiva teatro popular de cierta calidad en los textos. No usa, sin embargo, un lenguaje gracioso, pero sí muy andaluz, que recuerda a veces a los Quintero en la chispa de los diálogos, pero no en las temáticas.


Contemplando un momento concreto de los ensayos, casi en familia

Salvador, en su inquietud cultural y su gusto por lo andaluz, la copla y el flamenco escribió más obras de teatro: La Caracola, Gitanos errantes, etc. En este caso escoge un cante: la petenera, que a su vez, en la obra, es una mujer. El prólogo es una breve introducción en verso sobre la protagonista: Dolores la Petenera. Y se notan en él las influencias de la copla, del romance popular y el lorquiano, tan embadurnada estaba su propia visión cultural de todo ello.

La obra es el retrato de una mujer misteriosa y plena de luto que huye a los hombres. Se dice en el entorno flamenco que fue una cantaora de Paterna de la Ribera y en la obra Salvador Cabello cuenta a su modo lo que dice la letra. Desarrolla con plena consciencia el halo de superstición que rodea a este cante en su obra, con el sino ineludible que asigna a la protagonista:

“Quien te puso Petenera,

No supo ponerte nombre.

Te debieran de haber puesto

la perdición de los hombres.”


Fotografía antigua de Paterna de la Rivera (Cádiz), localidad a la que en algunos círculos flamencos se atribuye el origen del cante por peteneras.

La puesta en escena es elemental, no problematiza la realidad ni tampoco se centra en la caracterización y el desarrollo profundo de los personajes, más bien es la inclinación por desarrollar temas o asuntos muy queridos por el autor.

Utiliza un lenguaje popular y de la calle, que recuerda muchas veces al practicado por los hermanos Álvarez Quintero en sus sainetes. Se insertan de un modo natural letras flamencas que, en las representaciones, eran cantadas por buenos aficionados como puede verse en el cartel anunciador de la representación del año 58. También recuerda al Lorca del Romancero Gitano cuya lectura dejó importante impronta en Salvador Cabello.

Llama la atención, por ejemplo, cómo describe Salvador el encuentro de unos jóvenes y unas muchachas que por agua llegan a la fuente. Se recrea en este aspecto mostrando cómo y cuánto le interesaba, haciéndolo a través de una descripción casi pictórica.



Escena de baile en un café cantante de la época en que se desarrolla “La Petenera”

Los diálogos son ágiles. Los personajes son los que gustaban a Salvador, gente del mundo del cante, tratantes de ganado, toreros , viejas que ruedan por el mundo… es un teatro popular, con rasgos costumbristas y recuerdos lorquianos.

Los más importantes son: Dolores la Petenera, cantaora deseada por todos, mujer donde se pongan las mujeres, de difícil entrega, misteriosa y marcada por una pena, Juan María, que es un hombre con bienes, señorito andaluz, tratante de ganado, frecuentador de tabernas y de mujeres, La Milana, bailaora amarga que se busca la vida en un colmado y que no sigue las costumbres de las mujeres de la época, bebe y trasnocha. Rita, vieja y buena cantaora que ya solo vive la noche y la bebida, añorante de amores antiguos e imposibles. Y La Morita, vendedora de tabacos, que pulula por los mundos de la noche de taberna en taberna.

El contexto que rodea a los personajes se caracteriza por escenarios del mundo flamenco, los cantes y la copla y se percibe también el mundo lorquiano. Aparece de continuo el flamenco como tema subyacente y sus personajes, además del amor y el desengaño. Las escenas se desarrollan en los cafes de la Marina y el Burrero. Los cafés cantantes fueron un cauce para la profesionalización de los artistas y un medio para la difusión del flamenco fuera de Andalucía. A Salvador le gustaba integrar esos mundos.



Antiguo Café del Burrero. A los cafés cantantes acudían grandes cantaores de la época a cantar, aunque el sustento que ganaban era escaso; allí podía saltar, entre el humo y la bebida la chispa del duende

Como hemos dicho la representación de la obra fue una pequeña flor solitaria en el páramo cultural de La Puebla. Se tocan el amor y los celos, el cante, la noche, y la muerte, los toros y los toreros, personajes en torno a los cuales se percibe una mitología. Están presentes la cosmovisión lorquiana y las reminiscencias de las historias que se cuentan o perciben en la copla y el cante a cuyo potencial de sensibilidad no es ajeno Salvador Cabello, al que percibimos arrebatado por sus escenas y casi sumergido y confundido con ellas. Continúa también a su modo con esta obra la tradición morisca del desarrollo y la difusión del flamenco.


Momento en que están los niños en la representación. En primer término, Pedrito Gutiérrez en el papel de romancero

En definitiva, se trata de una obra en la línea de teatro popular con rasgos costumbristas, practicado en la primera mitad del siglo veinte, sin lo cómico que caracteriza a sus mejores representantes que fueron Pedro Muñoz Seca, Carlos Arniches y los hermanos Serafín y Joaquín Álvarez. Este teatro suele presentar ambientes pintorescos en los que se mueven tipos populares. Salvador añade los toques lorquianos.

Esperamos que os satisfaga la lectura de esta obra de un morisco tan singular y polifacético como Salvador Cabello.

Esta entrada está dedicada a Dolores Montesinos Raya, para quien “la petenera” es el más grande, emotivo y profundo de los cantes

Enlaces para acceder a la obra:

Primera parte:

Segunda parte:



FUENTES

RUIZ RAMÓN, FRANCISCO. Historia del teatro español. Siglo XX. Ed. Cátedra, Madrid 2.005.

2 comentarios

2 comentarios en “BIBLIOTECA DE TEMAS DE LA PUEBLA DE CAZALLA (XX): “LA PETENERA”, OBRA TEATRAL DE SALVADOR CABELLO”

  1. Juanel 14 Dic 2012 a las 18:17

    Tendría yo unos 17 o 18 años cuando me enteré que en La Puebla, se habían destacado varias personas trabajando no sé si en una obra de teatro o haciendo algo en el teatro de la Caja de Ahorros de San Fernando que había en la calle Victoria. Allí trabajaron la hija de Pachón, Angorrilla el ditero, Meneses, y varios más. Yo no lo vi, pero me enteré de ello. Recuerdo que Angorrilla cantó aquello de “pisar morena, pisar con garbo que un relicario… y al día siguiente de aquello hablaban muy bien de Angorrilla de lo bien que lo hizo y lo gracioso que era. Pues este año he estado en La Puebla y el tal Angorrilla que está en la Residencia contó un chiste muy gracioso, por lo que continúa siendo una persona muy simpática, aunque yo no lo reconocí y me dijeron quién era después de haberme ido de allí. De éste Angorrilla, recuerdo que un día nos dice dirigiéndose a dos o tres de nosotros que le iba a decir a una chica que estaba buena. Entonces se dirigió a la chica y le dijo: ¿Oye, no tienes fiebre ni nada por el estilo, verdad? Y ella dijo que no que se encontraba bien. Y dirigiéndose otra vez a nosotros, nos dijo: ¿Veis lo que os decía? Que estaba buena. Ese detalle nunca se me ha olvidado nunca.
    En la sala de actos de la Caja de Ahorros, cuando se inauguró allá por los años 50, 51 o 52, y si no se inauguró hicieron algo importante, me regalaron una cartera y mi madre me la guardó para cuando fuera mayor como así hizo y después se la dí a mi hermano mucho más mayor que yo, y era muy bonita para aquellos tiempos. Lástima que por entonces apenas echaban obras de teatro ni nada por el estilo, por lo que apenas había cultura de ello. Cuando estuve en el Seminario trabajé en una obra llamada Aves sin nido, pero en el centro cada año hacían varias obras e incluso iban a un teatro del pueblo para el público de fuera de nuestro centro. Eran todas muy bonitas y, como es natural había que ensayar durante muchos días. Pero los ensayos eran después de la cena, por lo que, los compañeros volvían al dormitorio a veces a las 12 de la noche.
    Como siempre, es grato enterarse de las cosas de nuestro pueblo. Un saludo

  2. Paco Mármolel 06 Dic 2012 a las 19:51

    Yo me recuerdo perfectamente del estreno de La Petenera a finales de los años cincuenta ( yo era un chiquillo) y me encantó la Obra. Me acuerdo perfectamente de Alvarito Trigueros, de Pedrito Gutierrez, de Angorrilla, de Páez, de la Loli Pachón, la niña de Alvarito, la Chari y otros muchos que no recuerdo, Y comó no?del buen amigo que siempre fue Salvador Cabello.
    Posteriormente tuve la ocasión de hacer la Presentación de la Obra, aquí en Barcelona, hace unos veinte años. Ya en esta ocasión venía, además de Salvador, César Trigueros, Carmeli la Catata, Fernando Rodríguez, guitarrista y otros muchos paisanos.
    Fue muy emocionante volver a ver la Obra después de tantos años. Recuerdo que la Carmeli, aquí en El Prat estuvo muy bien de voz, pero en la representación de Santa Coloma, con el frío y la humedad del día anterior, se quedó afónica y hubo que ponerle un par de inyecciones de Urbason, para que pudiese cantar, aunque de forma bastante apurada.
    ¡Qué artículos tan bonitos que nos brindais! Nos traen tan buenos recuerdos, que nos hacéis pasar unos ratos muy felices.

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