Sep 10 2012
ANECDOTARIO MORISCO (VI): EN LA PUEBLA DE CAZALLA LAS COSAS DEL AMIGO MARTÍN VALERO (I)
Antes que cualquier otra cosa, el amigo al que nos referimos, ha sido durante toda su vida un comerciante muy serio que ha tenido sendas tiendas en la calle Marchena y que gracias a trabajar duro desde que era un chaval, con la ayuda de su mujer Consuelo Montero, de la familia de los panaderos del mismo apellido, le ha podido dar carrera a sus cuatro hijas y más bien juntar dos pesetas con las que disfrutar actualmente de una merecida jubilación.
Martín Valero es oriundo por la rama paterna de la provincia de Jaén, de la comarca de la Sierra de Segura, concretamente del pueblo de Orcera al que después de tantos años causa admiración ver el irrompible lazo de fidelidad con que siguen unidos tanto él como su familia, familia a la que Martín ha conseguido transmitir su amor apasionado por aquella hermosa y pintoresca villa serrana.
En este local de la calle Marchena estuvo localizada durante décadas la famosa Tienda Amarilla fundada por el padre de Martín D. Gregorio Valero. La puerta de la derecha estaba habilitada como escaparate. En la actualidad es un solar.
Villa, ya lo hemos dicho, que fue cuna de su padre D. Gregorio Valero Cano, fundador de aquel legendario comercio de La Puebla de Cazalla llamado la Tienda Amarilla, uno de los introductores e impulsores de la modernidad en nuestro pueblo a través de la venta de los primeros electrodomésticos; en dicho comercio fundado en los años 20 del pasado siglo y que tuvo sus puertas abiertas a la clientela por más de 50 años, fue donde tuvieron escuela de oficio y honradez comercial tanto él como su llorado hermano Miguel, ya fallecido hace unos años y también comerciante de profesión durante toda su vida. Por lo que respecta a la manta baja su madre era Francisquita Núñez González y procedía de una estimada familia, de La Puebla de Cazalla de toda la vida, muy conocida.
Martín, que vino al mundo en la Puebla ni más ni menos que en el año 1.936, ¡vaya un año para nacer, amigo Martín! al decir de los amigos de su edad siempre fue un chico dicharachero, simpático y travieso que cuando fue mayorcito era capaz de hacer grandes malabarismos en el manejo de la bicicleta con la que era un verdadero acha pero que tantas regañinas le costaron de su padre y su madre; y que ya luego de mayor manjeaba a la perfección la moto, en concreto una Vespa con la que de vez en cuando no tenía empacho en subirse, coger carretera y manta y en los años 50 y 60 plantarse en Orcera de un tirón, echando en el camino él sabría cuanto porque está a más de 300 kms y las carreteras en aquella época eran como para tener prisa.
Era una feria en torno cerca ya de 1.960. En la Vespa con su primo hermano Miguel Núñez y Currito Marín el panadero.
Martín es una persona simpatíquísima pero no lo es porque cuente chistes, es más bien por alguna de las cosas que hace o dice en situaciones que a ningún otro se nos ocurriría tener la misma salida, sus dotes teatrales en esa circunstancias son prodigiosas y admirable esa capacidad suya para mantenerse completamente serio en medio de la representación y cuando ya los que le están conociendo la intención hacen esfuerzos ímprobos para no desternillarse; desde luego qué buenos ratos nos ha hecho pasar tanto a los que han estado presentes en sus bromas como a quienes después hemos tenido conocimiento de las mismas en las tertulias del Central.
Y es por este generoso regalo de la gracia y el buen humor que durante toda la vida ha hecho a sus amigos, cuando ahora ya la edad y la enfermedad le han hecho perder autonomía y movilidad pero ni un ápice de la simpatía suya de siempre y del gusto por el buen benaoján, ahora decimos, vamos a hacerle este pequeño homenaje a su persona recordando algunas de sus más celebradas bromas para que cuantos moriscos no las conozcan todavía, puedan también compartir el disfrute de las mismas y acaso contrarrestar, por lo menos con una sonrisa, algunas de las malas noticias, que en los dichosos tiempos que corren, recibimos cada día.
Estampa escolar hacia 1.947 o 1.948. Fotografía tomada en las escuelas de la plaza Nueva. El maestro es D. José Rodríguez. Nuestro protagonista Martín Valero es el que está en la tercera fila contando desde la superior hacia abajo, en ella el tercero de los que está sentado contando desde la derecha es él. En un próximo artículo documentaremos la foto diciendo quiénes son cada uno de los que aperecen. Para ampliar la imagen cliquead sobre ella.
Pues fue esta clase el escenario de la graciosa anécdota que os contamos hoy, en ella estaba nuestro amigo Martín que tendría entonces sobre diez u once años y ya apuntaba maneras como vais a comprobar. El profesor era el maestro D. José Rodríguez de tan grato recuerdo para todos los que han pasado por sus aulas en algún momento. Aquel día D. José, con su proverbial manera de explicar, solemne pero como narrando una historia o un cuento, dictaba a sus jóvenes discípulos una lección de geografía enumerándoles los mares y oceanos de la Tierra, el nombre respectivo, su distribución en los mapas, su extensión, etc., y entonces habló también de la diferencia que existía entre el agua de los ríos que era dulce y la del mar que era salada y se dirigió a los niños para preguntarles:
– A ver, niños ¿quién de vosotros sabe por qué el agua del mar es salada?
De pronto, el silencio que había ya de por sí en la clase se hizo espeso, los niños se miraban unos a otros con los ojos muy abiertos sin que ninguno de ellos acertara a responder lo que los preguntaba su maestro, y ya cuando D. José, habiendo dejado transcurrir unos segundos, estaba a punto de ofrecerles la solución del enigma, se oye una voz que dice:
– Yo lo sé.
De inmediato todas las miradas de sus condiscípulos se dirigen en rápido giro hacia quien pronunciaba aquellas rotundas palabras permaneciendo mudas de expectación y fijas en el mismo, entonces dice D. José:
– A ver Martín, muy bien, dinos a todos por qué el agua del mar está salada.
– Porque hay muchos bacalaos.
Y hasta el mismo D. José Rodríguez no pudo evitar que una amplia y espontánea sonrisa asomara a sus labios, ante la insólita salida que Martín habá tenido ante su pregunta.
Estoy repasando un poco estos comentarios y veo que uno ha escrito a sin h cuando de hecho había de llevarla, pero lo que ya no me gusta es enzarzarnos en estas tonterías, porque de hecho también, tendríamos que estar pendiente de si uno ha escrito algo mal para luego comentarlo, porque entonces no acabaríamos en echarnos en cara nuestras torpezas y, en mayor grado, nuestra falta de cultura y eso ya es una cosa muy seria, ya que, no todo el mundo ha tenido las mismas oportunidades para que eso no pueda ocurrir. Pero los que cometen muchas faltas, me doy cuenta que ya le hubiera gustado a mi madre escribir (por ser analfabeta), con muchísimas de ellas, que ello sería signo de que sabía algo. Pero también he de decir que mi madre era una persona muy culta aunque fuera analfabeta y todo ello era, porque sabía actuar en cada momento de la vida. Y para terminar, acordémosnos de que la palabra huevos, también en muchos casos se escribe “huebos” con b., y el que lo quiera comprobar, nada más que tiene que hacer es comprobarlo en un diccionario y ahí verán el porqué. Un abrazo.
Del amigo MARTIN VALERO, se pueden contar muchas travesuras, una de ellas es cuando iba a la feria de Sevilla con sus amigos, y se dirigian a la caseta que montaba el Ejercito del Aire,osea la Aviación, (creo recordar que él hizo el Servicio Militar en este cuerpo)pues en todas las casetas habia portero, y en ésta no va a ser menos, pues el portero cumplia con la obligación de no dejar pasar a nadie que no perteneciera al mismo, pues el amigo Martin con cara muy seria le preguntaba si estaba un supuesto militar (algún capitàn, teniente, etc) entonces el portero le preguntaba que de parte de quien tenia buscar al supuesto Oficial, la respuesta de nuestro amigo era, de parte del TENIENTE MARTIN, con esta respuesta el portero se quedaba desarmado, y sin ànimo de hacer ni ninguna otra pregunta, seguidamente le dejaba a pasar a él a toda su cuadrilla, al mismo que le hacia el saludo militar al pasar por su lado.
¡Que cierto es el refrán de que 4 ojos ven más que dos! gracias, amigo, ya está corregido.
Me da la impresion que el morisco anterior se refiere a este parrafo:
“Y es por este generoso regalo de la gracia y el buen humor que durante toda la vida a hecho a sus amigos”
yo tambien me di cuenta pero no quise decir nada.
un saludo y enhorabuena por el blog.
Estimado amigo morisco.
Gracias por tu observación y por dejarnos la pista de que faltaba una h en el artículo, al escribir en tu comentario a permitido, poniendo la a sin h.
En realidad, si te estabas refiriendo a acha, la hemos puesto sin h adrede, las razones son un poco largas pero están explicadas en la sección Habla de la Puebla en el comentario correspondiente a es palabra que, desde nuestro punto de vista y con la acepción que figura en el artículo, debería efectivamente escribirse sin h.
Gracias de nuevo por tu observación y atenta lectura.
El Morisco Blog
Estupendo artículo, que evoca imágenes entrañables a muchos moriscos/as, aunque quiero dar un tirón de orejas simbólico y cariñoso al redactor, que a permitido que se le escape un pequeño error ortográfico, je je… (todavía está a tiempo de enmendarlo).
Muchísimas gracias por la parte que me toca. Gracias, de verdad. Sólo puntualizar que hay un dato erróneo: El hermano que falleció, hace ya diecinueve años, es Miguel, el mayor de todos. Gregorio vive en Madrid.
Gracias a nuestro gran amigo Martín y a otros amigos como Currito y Salvador Marín, los hermanos Núnez, Hormigo etc…he pasado muy buenos momentos en el Casino Independiente. ( algunos ni sabrán de donde estaba) pero a mi no se me puede olvidar sus grandes anecdotas dentro de la pandilla. Mi agradecimiento al blog por su reconocimiento a ésta gran persona. Un saludo
La primera vez que vi una imagen en un televisor,allá por los 50, fue en el escaparate de esta magnífica tienda; éramos 200 y la madre en el mencionado escaparate. La locura!!!!,oiga. Posteriormente mi destino televisivo, El Central. A pesar de los pesares,recuerdos imborrables de nuestra infancia.