Jun 03 2012
PATRIMONIO RELIGIOSO DE LA PUEBLA DE CAZALLA (I): LA IGLESIA – PARROQUIA DE NTRA. SRA. DE LAS VIRTUDES
Queremos comenzar con éste una serie de artículos breves para comentar los lugares y elementos que son patrimonio religioso de nuestra localidad. La finalidad de hacerlo es divulgativa, la idea es dar a conocer lugares, objetos y detalles con los que estamos familiarizados, pero en cuyo sentido y trascendencia no hemos reparado. Hay cosas que están ahí, a veces incluso sin nombre para nosotros, pero que tienen un ser y un significado que excede nuestra experiencia con ellas. Por ello, buscamos esta información para los que estamos aquí y queramos conocer con un poquito de mayor profundidad nuestro patrimonio, pero también para todos aquellos que tienen interés por las cosas de nuestra querida Puebla, pero que están lejos.
Fachada principal
De algún modo, la iglesia de Ntra. Sra. de las Virtudes es, ha sido y será, independientemente de las creencias religiosas, un referente, un punto cardinal, para todos los que vivimos integrados en este micro-mundo que es la Puebla. Ocupa un lugar privilegiado, desde donde se otean todos los horizontes que nos circundan. En el periplo de conocer y vivir la localidad supone al mismo tiempo un comienzo y un fin. Desde otro punto de vista, como el ojo de Dios, es muda observadora de todos nuestros ciclos vitales: nacimiento, comunión o celebración de la primavera de la vida, matrimonio y muerte. Es visible desde todos los caminos. Desde los que vienen de lo agreste de la sierra. Desde los que vienen de los domesticados y ordenados olivares. Desde los que vienen y van, con gran trasiego, a otros lugares más lejanos. Es un lugar que, a los moriscos, como un emblema, sirve para reconocerse e identificarse. Latía fuerte el corazón, cuando, tan jóvenes, volvíamos de Ibiza y sentíamos la proximidad de la Puebla al contemplarla desde el camino real y desde el la vida.
Todos los caminos conducen a ella
Nos vienen sin poder evitarlo recuerdos de la niñez. Misas interminables y temores telúricos y ocultos, anejos a nuestro inocente concepto de pecado. Las primeras e inocentes miradas a las niñas, arregladas los domingos para la misa como pequeñas rosas. Su desolado patio, antaño sin apenas un árbol, con la pesada cruz de hormigón de los caídos que fue derruida ya en los inicios de la democracia, contrasta con la exuberancia de ahora: palmeras, rosales, naranjos y mirtos, compiten por mostrarse.
Silueta entre olivares inconfundiblemente morisca, y si no que se lo pregunten a nuestros paisanos de Cataluña e Ibiza
Las cosas del mundo de la Puebla giran y han girado en torno a ella. Recordamos, en su presencia, noches de Cante Jondo en el Arquillo o al pie de su torre, con el velero redondo de la luna cruzando por el cielo. Es este el momento de recordar la letra flamenca de nuestro paisano Francisco Moreno Galván que supo representar la iglesia en sus dibujos y pinturas muchas veces, con gran frescura de trazo por el conocimiento que tenía de ella. Se dice que su padre, que era albañil, restauró la torre. En una bulería por soleá del disco Los que pisan la tierra, posiblemente teniéndola presente, dijo:
“Le falta pa sé completa
a la torre de tu pueblo
las campanas y la veleta”.
La torre de la iglesia. Dibujo de Francisco Moreno Galván
El templo más emblemático de La Puebla -construido en ladrillo, tapial y cantería-, dedicado a la patrona de la localidad, tiene sus orígenes en los finales del XVI o comienzos del XVII. Tiene de singular su planta de cruz griega y su destacada y característica bóveda semiesférica. De todos modos su estructura ha sufrido variadas transformaciones y restauraciones, como la tan acertada y completa remodelación realizada en estos últimos años, a la que han contribuido numerosos moriscos y moriscas.
El edificio tiene planta de cruz griega, en la que los brazos tienen aproximadamente las mismas dimensiones. La parte central de la cruz que forma la planta, está cubierta con una bóveda vaída, también llamada “bóveda de pañuelo” por parecerse a la forma inversa de un pañuelo mojado colgando de sus vértices. Es este el espacio central y más amplio del templo, del que colgó en su tiempo una lámpara con unos ángeles penitentes que se perseguían por siempre unos a otros. Parecía un lentísimo “perpetuum mobile”, pues aunque a veces imperceptiblemente, no paraba de moverse.
Planta de la iglesia
En el acceso, posee también dos tramos que dan al cuadrado central que poseen también bóvedas vaídas y en los laterales las bóvedas son de aristas (véase plano de planta). Siguiendo adelante, los brazos de la cruz se cubren con bóvedas de medio cañón. Finalmente, el presbiterio o espacio que precede al altar mayor también se cierra con una bóveda vaída.
Centramos ahora nuestra atención en el retablo o altar mayor, bastante reciente, realizado por Enrique de Orce en 1.941. Está hecho de cerámica vidriada, cosa que no es frecuente. El lugar central lo ocupa la hornacina con la imagen de Nuestra Señora de las Virtudes, figura del año 1.949, obra de León de Ortega. Dos columnas a ambos lados la separan de unos lienzos de azulejos que reproducen cuadros de Rafael y otros grandes maestros y que contienen imágenes de la Sagrada Familia. En el segundo cuerpo, situado encima del descrito, se encuentra una hornacina o hueco abierto, con una escultura del Sagrado Corazón, hecha por Castillo Lastrucci (1.882-1.967), escultor andaluz especializado en imaginería religiosa. A ambos lados, también en hornacinas, aparecen a la izquierda una imagen de San Marcos del 1.600 y a la derecha otra de San Blas del siglo XVIII. Se cierra este retablo mayor con un ático o remate que contiene un panel circular de azulejos, que rima y se complementa con los anteriores, y que representa la Adoración de los pastores, copia de un cuadro de Murillo.
Altar mayor y retablo tal como se encontraba antes de la última restauración
En el lado izquierdo del crucero, siempre mirando hacia el altar mayor y de dentro a fuera, nos encontramos con un retablo o altar de un cuerpo de madera dorada de la primera mitad del siglo XVIII, con una imagen de la Virgen del Rosario también atribuida al citado Castillo Lastrucci. A continuación, destacamos la presencia de un lienzo que representa Las ánimas benditas del Purgatorio de mediados del siglo XX, al que sigue un retablo con la imagen moderna de Jesús Cautivo.
Retablo de las Ánimas
En el lado derecho, en primer lugar, se sitúa un retablo neoclásico de la primera mitad del siglo XVIII con una escultura de San Antonio de Padua. A continuación y en la zona del crucero, encontramos otro retablo neoclásico, con tres calles separadas con alumnas, que contiene en su parte central una imagen de La Inmaculada y en la derecha una imagen de San Juan Bautista, ambas del último tercio del XVIII. Siguiendo por la parte derecha y hacia la calle, se encuentra un retablo-hornacina, también neoclásico, en el que destaca un grupo escultórico familiar formado por Santa Ana con la Virgen, firmado y fechado en 1.726 por José Montes de Oca, escultor de la escuela sevillana de escultura (XVII-XVIII) discípulo de Pedro Roldán. Se continúa con un retablo moderno de San José con el Niño. Se finaliza, por este lado, con las imágenes de la Virgen de la Paz y la Borriquita, que aunque modernas, nos traen a la memoria las tardes luminosas y coloridas del Domingo de Ramos, en que con ellas, hace Jesús su triunfal entrada en La Puebla de Cazalla por la calle de los Mesones, en medio de la algarabía y la inocente y alegre devoción infantil, que se mezcla con las ramitas de olivo, con los trajes nuevos casi de verano y con la sempiterna presencia de los globos.
Santa Ana con la Virgen
Finalmente, por el resto del tempo se distribuyen diversos altares de poco valor y de factura moderna. Hay también un crucificado, de larga cruz, de autor anónimo. En la sacristía encontramos una imagen de la Dolorosa firmado por Antonio Bermúdez de Castro, en 1.821. Entre los objetos de orfebrería destaca un copón de plata dorada de factura cordobesa de los plateros Ruiz y Martínez, datado en el último cuarto del siglo XVIII. Se guarda también una custodia de madera dorada y espejos del último tercio del mismo tiempo.
Posee este templo un porte exterior significativo, que puede rodearse excepto por la parte sur. En la fachada principal, destaca una portada de aire neoclásico, renovada en el siglo XVIII, enmarcada con pilastras y dintel de piedra y rematada con un arco doble relleno de pizarra . En la estructura de la iglesia se sobreponen grandes cubos, con ángulos, aristas, rectas y curvas que se acentúan con la iluminación nocturna y que dan aires cubistas a su sólida estructura. La torre, hecha con ladrillo tapial y cantería, se sitúa en la cabecera del templo. Posee dos cuerpos con un chapitel o remate reconstruido también en el siglo XVIII.
Aires cubistas en su estructura
Esperamos que la información que hemos buscado en esta ocasión, sea de interés para los visitantes del blog y sirva para conocer mejor nuestra localidad. Continuaremos más adelante con alguno de los otros dos templos: el convento de Nuestra Señora de la Candelaria o la ermita de San José.
FUENTES
ALCAIDE AGUILAR, J. FERNANDO Y OTROS. Iglesias, conventos y ermitas de la Serranía Suroeste. Un recorrido por el rico patrimonio religioso de la Serranía Suroeste de Sevilla. Asociación Serranía Suroeste sevillana. Grupo de Desarrollo Rural. 2.004.
MORENO GALVÁN, FRANCISCO. Letras flamencas completas de Francisco Moreno Galván. Edición de la familia. Sevilla, 1.998.
VARIOS AUTORES. Guía artística de Sevilla y su provincia. Excelentísima Diputación Provincial de Sevilla. Vitoria, 1.989.
VARIOS AUTORES. Guía del patrimonio de la Serranía Suroeste de Sevilla. Asociación Serranía Suroeste sevillana. Grupo de Desarrollo Rural. Sevilla, 2.009.
En el diario El Pais, de fecha 10 de mayo de 2010, se publicó un artículo titulado “SI LOS EDIFICIOS HABLASEN. La atribulada vida de Tiburcio”, sobre la construcción del Colegio de Cirugía de Madrid, que fue diseñado en su día por el arquitecto que se encargó del proyecto de construcción de nuestra iglesia parroquial, en el que trata sobre su condición de mason, y que dice como sigue:
El Colegio de Médicos sorprende con un espléndido anfiteatro y la novelesca biografía de su arquitecto. En el Metropolitan de Nueva York hay un cuadro atípico de Goya. “El único en el que el retratado aparece en mangas de camisa, como de andar por casa”, dice el arquitecto y profesor Pedro Moleón, que prepara una biografía del también arquitecto Tiburcio Pérez Cuervo, el hombre que posa informalmente, con las gafas en la mano, en el cuadro de 1820. Tiburcio trabajó para Goya en la Quinta del Sordo y era amigo de su protegida, Leocadia Zorrilla, tanto, que cuando esta huyó a Francia, fue el arquitecto quien cuidó de su hija.
Frente a su obra más emblemática, el Real Colegio de Cirugía de San Carlos (hoy Colegio de Médicos), Moleón explica que se trata de “un edificio magnífico, el proyecto más ambicioso del reinado de Fernando VII junto al Teatro Real”. “Esconde un teatro anatómico, de los mejores de Europa”, apunta Moleón, “pero la vida de su arquitecto no es menos interesante”.
Este “tipo tremendo, novelesco, liberal apasionado y defensor de causas perdidas” fue depurado y cesado de empleo por constitucionalista. Desapareció durante casi dos años del mapa, fue íntimo de Goya, concejal, arquitecto en palacio, conspirador, masón y murió en circunstancias de forma inesperada a los 54 años. “Para mí que fue un duelo…”, anticipa su biógrafo.
La participación de Tiburcio en el Colegio de Médicos también fue complicada. Contratado como director de obra del proyecto de su maestro, Isidro Velázquez, terminó rehaciendo sus planos. “Ya que estás, cámbianos lo que no nos gusta, le debieron de decir los médicos”, explica Moleón. El edificio fue totalmente reformado en los años noventa, pero conserva casi intactas algunas salas (que se pueden visitar con cita previa). En el Aula Ramón y Cajal dio clase el Nobel (un fotón lo atestigua) y allí se conservan sus instrumentos, su máscara mortuoria y su última correspondencia: “Me encuentro muy grave con una colitis que dura dos meses”. También resulta interesante el “anfiteatro chico”, una sala de conferencias que aprovecha el antiguo aljibe, la curva biblioteca y el hermoso patio-jardín decorado con medallones de Hipócrates o Galeno. Pero, sin duda, la joya del inmueble es el Anfiteatro Anatómico, que en tiempos tuvo en el centro una mesa de disección de alabastro para dar clase a cirujanos de grandes patillas y bastón (así aparecen al menos en las orlas del XIX que decoran los pasillos). Hoy la empresa que lo gestiona, Esbratina, lo alquila por unos 3.000 euros para conciertos y eventos. Aquí han tocado Alicia Keys y Mark Knopfler y por su excelente acústica lo eligió una fundación que conserva Stradivarius para probar sus violines.
“Imagínatelo desnudo”, dice Moleón en el imponente espacio, retacado de retratos de cirujanos (hoy todos tienen calle: Fourquet, Argumosa, Castelló). Hay pilastras, dorados, molduras, falsas ventanas, yeso pintado como si fuese mármol, un lienzo alegórico que cubre todo el techo y angelotes que sujetan calaveras, fetos, un tórax o una pierna. “Pero imagínatelo sin las malditas molduras”, insiste el arquitecto, “las paredes blancas, la cascada de gradas de granito, las curvas de los bancos de nogal… Sería un espacio muy moderno”. Sin embargo, es difícil abstraerse de la decoración neorrenacentista de Francisco Jareño y Ramón Padró. “Entonces el decoro -o correcto ornato de la obra- era concebido como la parte artística de la arquitectura”. Para demostrar que el arte va más allá de las “malditas molduras” Moleón muestra entusiasmado el espacio bajocubierta del edificio (entre el techo y el tejado). Un bosque de vigas y pilares de madera en el que cerchas y jabalcones llevan 180 años cumpliendo su función. “Es una lección de construcción”, dice Moleón sobre una pasarela de madera, “y demuestra que la capacidad de emocionar de la arquitectura no está sólo en el adorno”.
Tiburcio acabó fatal con los médicos. Les puso un pleito porque no le querían pagar y la obra la terminaron en fases sucesivas Juan Pedro Ayegui y Francisco Javier de Mariátegui. Con ambos arquitectos tuvo cuitas Tiburcio. A Mariátegui nunca le perdonó que renegase de la masonería y lo criticó públicamente como arquitecto. Con Ayegui la cosa pudo llegar más lejos. “Tuvieron un fuerte enfrentamiento que Tiburcio consideró ‘grave de honor y de consecuencias’ y por el que Ayegui exigió ‘el honor de su sangre y la reputación de su carrera”, explica Moleón. “No está documentado que hubiese un duelo”, continúa, “pero pocos días después Tiburcio moría por causas desconocidas”. El final perfecto para una vida de novela.
Estamos a la espera de que el profesor Pedro Moleón publique su trabajo, donde seguro que ofrecerá datos de gran interés para conocer las anécdotas arquitectónicas de este gran edificio.
José Cabello Núñez
A mí la parroquia me ha gustado siempre mucho y, como cosa rara, cuando visité la catedral de Sevilla, me siguió gustando más la iglesia de mi pueblo. Es como cuando iba a Sevilla de viaje que me gustaba más La Puebla, tal vez porque estaba acostumbrado al encalado tan blanco de sus calles y a esa claridad también. Aunque siempre he sabido la importancia que tiene Sevilla, Madrid, Barcelona, yo siempre he preferido mi pueblo y esa claridad y limpieza de sus calles, es la culpable de ello. Yo siempre pongo el ejemplo de mi madre que, aunque sea vieja, esté arrugada, sea pobre y esté como esté yo prefiero a mi madre. Y lo mismo con las banderas. El gobierno de Aznar casi nos metió en la guerra de ellas haciendo una de 30 metros y menos mal que los demás provincias no entramos al trapo, porque si no, la hubiéramos hecho cada vez más grande. Y si hablamos del fútbol, pues lo mismo; el de mi pueblo es el mejor y se acabó.
Bueno siguiendo con la parroquia, recuerdo que hace mucho tiempo cuando estuve una vez en vacaciones y entré en ella y fue como si me hubieran pegado una patada en los cascarones, al ver que los dos púlpitos habían desaparecido. Cada vez que miraba al altar mi mente siempre estaba refunfuñando por dentro y, desde luego, nada bueno era. La culpa se la eché a Don Ángel, puesto que sería él como párroco quien los hizo quitar. Sea como fuere, aún hoy no lo entiendo el porqué se hizo aquello. Lo dicho mi parroquia es la mejor y muy bonita y además con bastante claridad, no así el convento que nunca me ha gustado precisamente por esa claridad que nunca ha tenido.
Como siempre no caben solo felicitaciones por tan estupendo trabajo.
Es una maravilla poder entrar en vuestra página y encontrarse estos artículos tan bonitos, que te evocan recuerdos tan entrañables.
Un fuerte abrazo
Paco Mármol
Magnífico trabajo y en su brevedad tiene el valor añadido de dar mucha información en un breve espacio de dígitos con referencias preciosas a la vida y a la memoria colectiva en mosaico de la Puebla. Hay al parecer cierta información sobre las proporciones masónicas del edificio, me consta que el amigo Pepe Cabello conoce de forma directa este tema y otros muchos relacionados con los edificios religiosos de la Puebla, mi invitación para que si puede y sus circunstancias se lo permiten, que pueda alumbrarnos algo sobre estos aspectos que serían muy interesantes.
Felicitaciones y mi reconocimiento por el trabajo
Excelente trabajo y muy bonitas las fotos. Gracias por todo ello