Dic 03 2011

ANECDOTARIO MORISCO (IV): HISTORIAS DE LOS AÑOS DEL HAMBRE EN LA PUEBLA DE CAZALLA (2)

Publicado en ANECDOTARIO MORISCO

Volvemos a traer hoy a las páginas del Blog Morisco una anécdota, esta vez protagonizada por un personaje que estaba lleno de ellas, y en las que uno no sabía al escucharlas por su boca, qué era lo que más gracioso resultaba, si el contenido de las mismas o esa forma tan especial de contarlas que ya hacía poner una sonrisa de predisposición a celebrarla en la cara de todos y cada uno de los que conformaban el coro de su auditorio.

El personaje en cuestión, hace lamentablemente unos años que falleció, era Bartolo el barbero, y todavía podemos recordarlo en el mostrador de cualquiera de los bares de los Cuatro Vientos: Benítez, el Pollo, Mena o el kiosko de Rafael el Gafas, tomando la copilla de rute y refiriendo, algo balbuciente por sus efectos, una de sus aventuras con el que sin duda era el personaje favorito de sus ficciones: la marquesa de la Coronela.


En el lugar de la calle La Luna señalado por la flecha estuvo la barbería de Bartolo

O también en la minúscula accesoria que ocupaba su barbería al comienzo de la calle La Luna conforme por la mano izquierda se entraba en ella desde la esquina del Pollo, pelando a un chiquillo y mientras lo pelaba contándole cualquiera de sus historias para tenerlo entretenido mientas tanto y se quedara quieto, finalizando la faena dándole una peseta de las 4 o 5 que entonces (mediados de los 60) costaba el pelado para que así volviera la próxima vez que su madre lo mandara al barbero pues la competencia era tradicionalmente numerosa: justo enfrente estaba Barrito, al inicio de la calle Granada, al lado de Benítez, Paniagua y enfrente el maestro Boje, en la calle Sevilla Vargas y Jardero, Santete frente al casino Mercantil, en la plaza del Ayuntamiento el Chumi, en la calle Morón Jesús el Chanfla y Cristóbal, Calderón en la calle Altana, Calasanz en la de Padre Damián, en la calle de la Cruz estaba la del Chui, etc.


De entre las numerosas barberias que había entonces en La Puebla de Cazalla la de Bartolo era quizás una de las más humildes

Pero aunque a algunos le oíamos decir en voz baja que Bartolo tenía en su alma una trágica pena oculta, como muchas veces sucede con este tipo de personas, externamente era todo gracia, buen humor y ganas de hacerles a los demás la vida más agradable con las historias que su gran inventiva le permitía ir regalando a unos y a otros colocándose él, invariablemente, como protagonista de las mismas.

Precisamente una de estas historias, amigos del Blog, es la que os traemos a estas páginas hoy para que la disfrutéis como si pudiéramos estar escuchando otra vez la voz inconfundible y aguardentosa de Bartolo contándola. La misma transcurre en los indefinidos años del hambre y aunque la vida era muy dura, extraordinariamente dura en aquellos tiempos para la gente humilde, el buen humor de que siempre ha hecho gala el pueblo andaluz y morisco para hacer frente a las dificultades, hace que ahora podamos rememorarlos olvidando todo el sufrimiento que trajeron a nuestros padres y abuelos.


Cuesta del Molino del Pan

Rescatar su voz y su modo de contar es ya por desgracia imposible y solo podrán gozar con los mismos aquellos que lo tengan grabados en su memoria, pero lo que todavía se puede hacer es recordar el contenido de algunas de aquellas historias para seguir sonriendo con las mismas y que esa sonrisa se convierta en el homenaje póstumo a su memoria que sus paisanos le hagamos a este singular hijo de La Puebla de Cazalla.

Empezaba Bartolo su cuento diciendo que como en aquellos tiempos se pasaba tanta hambre, las criaturas, y él entre ellas, no tenían más remedio que echar mano a ver lo que podían pillar por ahí. Que entonces dos o tres “esmayaos” se juntaban y se apostaban en las inmediaciones de la cuesta del Molino del Pan y como allí había un pecho arriba, los camiones que iban para Sevilla cargados con comestibles se venían abajo un poco y aminoraban la velocidad, momento que se aprovechaba para acercarse corriendo por detrás, arreguincharse al remolque y tratar de meter la mano para coger lo que se pillara más cerca y tener aquella noche algo que llevarse a la boca.



Aparcamiento junto al bar Benítez donde otra versión de la historia sitúa los hechos.

Pero claro, de una vez y otra notar la falta en la carga, los chóferes se escamaron y terminaron por colocar a un vigilante en el remolque que impidiera estas pérdidas. Pues bien, un día Bartolo y su compadre Bolichi se fueron hasta la cuesta del Molino del Pan a ver lo que podían coger y al primer camión que pasó por allí se lanzaron; era verano y el primero en arreguindarse al remolque fue Bartolo que acuciado por la ganancia dio un salto magnífico a pesar de lo recortadito de cuerpo que era; pues bueno, si pronto dio el salto para encaramarse en el remolque del camión, más pronto todavía metió la mano dentro para ver lo que pillaba. Pero ¡ay! el remolque llevaba guarda, y el guarda era un tipo gordo que iba tendido durmiendo la siesta con la camisa quitada por el calor que hacía, así que lo que tocó Bartolo fue la barriga del gordo y tantas ilusiones y fantasías se habría hecho el pobre respecto del posible contenido de la carga que al tacto de la misma no puedo contenerse y gritó fuerte: <<¡Bolichi, corre que aquí hay tocino!>>




8 comentarios

8 comentarios en “ANECDOTARIO MORISCO (IV): HISTORIAS DE LOS AÑOS DEL HAMBRE EN LA PUEBLA DE CAZALLA (2)”

  1. Juanel 19 Dic 2011 a las 18:18

    Pues sí, ya me acuerdo del Barri, ¡cómo no!, el hombre andaba muy mal y tenía la barbería en la esquina de la calle Morón, y a la revolviura tal como decíamos por entonces y ahora me supongo también, estaba la calle llamada por entonces Laguna, y también entraban muchos jugadores de futbol, pero estos eran más jóvenes que en los de Bartolo, eran digamos el Puebla chico, donde jugaban el Porra, Repe, Juanillo Tambora, el latero, el Sale, Pindaji, El Cuchi, etc.

  2. pepe muñozel 18 Dic 2011 a las 16:47

    Con los barbero de la Puebla sequedaba uno atra el Boje tambien en la esquina del Pollo frente al Restaurante Benitez

  3. pepe muñozel 18 Dic 2011 a las 16:06

    Los paisano Juan y Paco Marmol abla de las barberia de la Puebla en aquellos año estaban coo bien desis el Meo Bartolo Calazan Varga y Cristobal, tambien estaba el chumi la de Matin en la calle del molino el Barri casi frente de Bartolo el Chanfla en la calle Morón Paniagua en la esquina del Pollo otra en la esquina de la calle San José suegro de José tigera y José Jardero en la calle Sevilla, en aquellos tienpo avia muchos barbero hoy cualquiera lo pela su mujer o un familiar,un saludo

  4. Juanel 11 Dic 2011 a las 17:51

    Continuando con Bartolo creo recordar que era hermano de la Nena la que tenía la tienda en la calle Morón, que me parece que allí vivía, que era viudo y tenía una hija. Mi hermano me cuenta que allí se reunían de vez en cuando al tomar vino, el Mena, Ángel, el Lere y muchos otros y sibre todo los jugadores de fútbol porque la mayoría se pelaban y afeitaban con él. Otro sitio donde se juntaban a beber era en La Verdad de la calle Sevilla y en el Bar de Bernardo de la calle Victoria, aparte de en otros sitios como en el Central etc, en eso no había problemas, ya que el beber por las mañanas el aguardiente y después vino, era lo natural y normal por entonces, como me supongo que hoy día también. y los albañiles eran en eso los que se llevaban la palma, porque cuando incluso se hacía algo en casa y se llamaba a cualquiera de ellos, por las mañanas se les daba el aguardiente y después vino. En esto no sé si hoy día se lleva la misma costumbre.

  5. Antonio Rodríguez Crujerael 06 Dic 2011 a las 11:59

    De niño, cuando iba o volvía de la escuela San José, pasaba muchas veces por la puerta de la barbería de Bartolo.

    Recuerdo muy bien a aquél hombre de baja estatura, y aunque quiero recordar su cara, su imagen ya se me desfigura por el paso del tiempo, pues esto sería allá por los últimos años de la década de los 50.
    Sí es cierto que recuerdo a este “señor barbero” deambulando por los barecillos del entorno de la esquina del pollo, y recuerdo muy bien que lo vi en muchas ocasiones pelando, arreglando y curando con vino las heridas de sus gallos de pelea, que él sacaba a la puerta de su barbería para que tomaran el sol, sobre todo, en las frías mañanas de invierno.

    Tiempos que ya se fueron y nos dejaron muchos recuerdos nostálgicos de nuestro pasado.

    Ha sido un placer leer estas anécdotas que me recuerdan mucho los años de mi infancia en La Puebla: las navidades y los coros de campanilleros por las calles; los preparativos en los días previos a la feria;… la “empresa” de Antonio Montaño, las raciones de leche en polvo y queso que nos daban en la escuela, mi querido maestro don Avelino Parrilla, el Kiosco del “Gafas” y Rafel vendiendo cigarrillos liados a granel, Adela Tagle, la dueña de la “fonda el ocho” sirviendo raciones de comida caliente y “pescaito frito” a las personas mayores que vivían solas en casa…. y tantas cosas más que no cabrían en este espacio de comentario.

    Un saludo con afecto a mis paisanos moriscos.

    Antonio Rodríguez Crujera
    Estepa.

    Por si queréis visitar mi blog, aquí os dejo el enlace:
    http://desdelaalcazaba.blogspot.com/

  6. Antonio sanchezel 06 Dic 2011 a las 9:44

    De pequeño me pelaba el amigo Bartolo, ya que mi padre Juanini “levaura” siempre utilizaba su barbería incluso para afeitarse, ya que en aquellos tiempos era muy habitual hacerlo en las barberías. Estuvo una temporada en Ibiza, lugar donde escribo y tambien recuerdo muy buenas anécdotas suyas

  7. Paco Mármolel 04 Dic 2011 a las 23:03

    Además de las barberías que habéis citado, recuerdo una en la Calle Altana, esquina con la C/ San Patricio. La de Manolo el Meo, que su padre era Municipal. Moreno Galván hizo una letra que la cantó Menese que decía: Barbero de lengua larga / tu pare municipal/ las lenguas que tú no afeites/ tu padre se encargará. Me pelé muchas veces siendo pequeño, luego cambié al Chanflas, que era un poco más refinadito, porque el Meo bastante malo.

  8. Juanel 03 Dic 2011 a las 18:51

    Hablando de Bartolo hay que hacerlo sonriendo, porque era una persona muy agradable, simpática, dicharachera y donde todo el mundo se lo pasaba bien estando en la barbería o donde estuviera. Recuerdo a todos los barberos que habéis nombrado, pero Calasanz por los años 60 tenía la barbería en la calle San Antonio que sería de hecho una habitación de la misma casa donde por cierto sus hijos Miguel y Eloy eran amigos míos. La barbería de Calderón en la calle Altana, también era muy conocida por mí, ya que estuve trabajando en la zapatería de enfrente de Joseíllo Mena y además con Calderón he ído a cazar pajarillos con red alguna que otra vez y también nos hemos de acordar de sus pollos de peleas que de vez en cuando le daba unos paseítos por la calle. Aparte de estos dos barberos el de la calle Sevilla al lado del juzgado, estaba Vargas el cual éste hizo la mili con mi hermano Francisco allá por el año 1950 y mira por dónde este Vargas me sacó mi primera muela en el 1960, aparte de pelarme de vez en cuando. Luego estaba la barbería de Cristóbal, que éste era primo de mi familia en la calle Morón al lado de la posá y donde siempre se hablaba de fútbol, como creo en todas las barberías. Pues en estas 4 barberías me he pelado siempre, pero de niño teniendo ya unos seis o siete años empecé a pelarme con Cristóbal y nunca pagaba y lo hacía mi hermano cuando iba él. Tengo que recordar también que antes de tener esa edad quien me pelaba era mi madre y creo que me hacía muchos trasquilones pero eso daba igual porque en muchísimas casas eran los padres quienes lo hacían y después nos reíamos al vernos y, desde luego no nos enfadábamos porque eso era lo normal y natural; los trasquilones habidos por entonces.
    De todos estos barberos me acuerdo mucho de ellos, pero del que más de Bartolo, puesto de que éste pelaba a mi hermano Quijada, como así lo llamaban todos los jugadores del Puebla, ya que trabajaba por entonces en la fábrica de jabones de Gastalver y donde dicha fábrica patrocinaba al equipo o algo parecido, pero mi hermano era quien pintaba el campo pelota junto con Rabani, el Gato, etc. y donde en la barbería de Bartolo se juntaban varios de ellos y se tomaban una garrafa grande de vino a escote, como así mismo freír un conejo que se lo llevaba de vez en cuando a mi madre, se supone que otras veces lo hacían otras madres, y no es de extrañar las dos o tres turcas o borracheras que le conocí y no es de extrañar tampoco la cantidad de vino que se tragaban mayormente en la barbería de Bartolo. Recuerdo por ello también que cuando mi hermano se marchó a Alemania allá por 1960 cuando vino le trajo de regalo una navaja barbera. En general, Bartolo era un buen hombre y donde él estaba los demás se lo pasaban bien.

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