Ene 07 2011
EL COMERCIO TRADICIONAL EN LA PUEBLA DE CAZALLA (I): LA “TIENDECILLA”
Iniciamos esta nueva serie con un documento sobre la “Tiendecilla” que es de los pocos establecimientos, en su categoría de tienda de comestibles, que ha logrado sobrevivir a la reconversión del sector y a la proliferación de los llamados supermercados, que en La Puebla tuvieron su arranque en los primeros 70 del siglo pasado con el economato de la calle Sevilla (llamado después “ECO-Puebla” y hoy desaparecido).
Pero antes de esas fechas el comercio de productos y artículos comestibles, que también recibían entonces el nombre de coloniales o ultramarinos, había experimentado un auge importante después de conocer las penurias de la más inmediata postguerra y al cobijo de la mejora general del nivel de vida que se fue experimentando a partir de finales de los 50, baste para comprobarlo la consulta de alguna revista de feria de la época y atender a la numerosa publicidad incluida en las mismas de las tiendas y puestos de la plaza de abastos pertenecientes a este ramo.
Eran por lo general espacios pequeños en las delanteras de las casas, a veces establecidos sobre una de las habitaciones que daban al zaguán y en el cual se practicaba un vano por donde se despachaban las mercancias a los clientes. En el mejor de los casos, de la calle se daba acceso a un ámbito partido en dos trasversalmente por un mostrador, detrás del cual se ordenaban los articulos en estanterías de madera según su naturaleza. Como en muchos casos eran tiendas generalistas y el espacio era escaso, diversos sacos y cajas se colocaban fuera y ello hacía que en cuanto se juntaban varias clientas apenas hubiera espacio para ellas.
Y era frecuente que esto ocurriera porque las tiendas constituían un locus femenino como todavía hoy lo siguen siendo en una gran medida, un ámbito excluyente para los hombres cuya identidad masculina podía verse cuestionada en semejante medida si hacían los mandados u otras tareas domésticas como barrer, fregar o lavar la ropa; las tiendas pues, no cumplían solo la función económica de acercar las mercancias a los consumidores finales sino que también asumían funciones simbólicas porque, y en resumen, eran de hecho un espacio en el que producir, intercambiar y negociar los significados sociales de la información por parte de las mujeres, un equivalente a lo que fueron en esa misma época las barberías para los hombres.
En las tiendas tradicionales la barrica de sardinas arenques, la lata abierta de un atún que se vendía según lo que cada cual quisiera comprar (diez reales, un duro, etc.) la tira de tocino y el bacalao colgados del gancho, las morcillas y chorizos de la caña, el serete con los higos secos, las medias libras de chocolate “Rafael Jiménez”, el frasco grande de colonia o brillantina para venderla suelta, la caja de galletas Gullón que se despachaban al peso, la orza del queso picante, la balanza Mobba, los vertedores, las diferentes medidas para despachar aceite y vino, los cuchillos, la chaira y las resmas de papel de añafea eran, junto con otros muchos productos y utensilios, algo que no faltaba en estas tiendas además de la libreta donde se apuntaban las ventas al fiado pagaderas cuando se terminara la aceituna, la siega, se cobraran los puntos en el sindicato o regresara el marido de la temporada en Francia o en La Isla. Y tampoco la voz solícita del tendero que de vez en vez preguntaba a la clienta para incitar la compra: <<¿qué otra cosita?>>
A continuación te proponemos escuchar un documento sonoro muy interesante sobre el comercio en esta época. En el mismo, Francisco Pachón Cárdenas nos habla de la tradición familiar de su tienda de la calle Mesones, la llamada “Tiendecilla”, ahora regentada por su sobrina y con más de un siglo de existencia.
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[audio:http://www.elblogmorisco.es/wp-content/uploads/2010/07/tiendecilla_parte1.mp3]Sus sobrinos nos han cedido varias imágenes que ilustran su relato sobre aprendices en la tienda, el jamón y el balance diario de lo que era el comercio en nuestra localidad por aquellos años.
MÁS FOTOS DE ANTES Y DE LA ACTUALIDAD
hablando de las tiendecilla recuerdo cuando mi madra me mandaba a ca la rebuina por 3 pesetas de caballa y desia despachamela bien que es para mi padre el campo que tienpo aquello y que guena estaba la caballa
Indudablemente, no tan solo al ver el artículo tan bien presentado y editado hacen sentirse a uno un verdadero hombre de su pueblo, sino que, además, lo llena de nostalgia que, a mi edad, es un alimento más del día a día.
Les doy mi enhorabuena desde Ibiza en este primer capítulo que, como vemos, ha causado que la gente, los paisanos, les estén sugiriendo más casos que les ayuden a preparar y realizar para el disfrute de todos aquellos moriscos que nos encontramos fuera de nuestro pueblo.
Un abrazo y mucho ánimo en su empeño. Estaré bien atento a sus publicaciones.
Yo vivia junto a la tienda del “Fray”, eramos vecinos por la “callejuela” y me acuerdo, que cuando habia mucha gente en la tienda, para colarnos de la gente pasabamos por debajo del mostrador, que tenia una puerta pequeña, y el nos despachaba, nunca se enfadaba.
Un beso Fray y a su mujer Encarna.
Me ha gustado mucho tu opinión Joseíto, tal vez sea porque me nombras y te ha gustado lo que he escrito, pero a mí me pasa lo mismo. Te expresas muy bien y eso es síntoma de que eres un hombre leído y eso es de agradecer. Yo conocí a un Joseíto que era el más amigo mío hasta los díez años, cuando me fui al Seminario y cuando volví de vacaciones se había ido a vivir a la Puerta Ronda, y ya dejamos de jugar. Yo le llamaba Joseíto pero sus apellidos son Hormigo Sánchez y éste buen niño por entonces, estudió y se ha retirado como profesor en La Puebla, lo cual para mí siempre ha sido un orgullo que eso fuera así. Por aquel entonces eran muy pocas gentes las que estudiaban y los que los hacían tenían que salir cada mañana dirección Marchena, como así me parece recordar, pero eran nadamás que tres o cuatro. De esos tres o cuatro, uno era Joseíto, otro Manolito Andrade, otro el Santi y no sé si había otro que tenía un poco las orejas como Carlos de Inglaterra, pero a éste lo ví en Barcelona en la empresa Inter de televisores, ,en la oficina, cuando yo entré también pero a la semana siguiente se marchó y ya no lo he vuelto a ver. Lo que sé, es que pintaba muy bien. ¡Cuántos recuerdos!
Me han parecido interesantisimos, tanto el artículo con su parte de sonido, es para escucharla con tranquilidad y reposo, como los comentarios que hacéis en los que he aprendido bastante, yo creo que este tipo de comercios, con dificultades por lo de los supermercados grandes con los que no pùeden competir, siguen cumpliendo un papel importante en pueblos como el nuestro y más ahora en tiempos de menos dinero. Esto es un valor que no se les reconoce a estos comercios en nuestra época, pero no es extraño verles dar facilidades hasta que se cobra y así la gente sigue adelante. Aunque todos los comentarios son muy buenos, destacar por aquello de que me ha llamado más la atención, el comentario que le hacen las treintañeras a Juan aprovechando su condición de joven seminarista. Es cierto que eran espacios muy especiales las tiendas por sus olores, la manera de hacer las cuentas en los recortes sobrantes de papeles de “añafea”, eran cuentas con números de una grafía perfecta al igual que las letras y corroborando lo que Juan señala por las “conversaciones”. Yo recuerdo que a los niños se les permitía entrar en esos circulos por su condición de no-hombres aún y como a veces si no interesaba que escuchasen algo se les dejaba la vez, cuestión que nosotros agradecíamos encantados y allá que nos ibamos con nuestras mitades de cuarto.
Joseito
A Francisco le digo que la tienda de Fray, al principio era solamente por la calle San Antonio, y en ella también tenía taberna aunque estaba separada por un tabique y se entraba desde la tienda, y por el callejón en aquel tiempo vivía Federico con su familia, que su hijo es hoy quien tiene la pescadería en la calle Marchena, por cierto muy conocido mío y cuando voy a La Puebla nos saludamos y además con mucha alegría de vernos. En aquellos años cuando compró Fray la televisión era una verdadera maravilla el ver aquellos programas como el Zorro y otros muchos con aquellos anuncios de dibujos animados que aquello era una verdadera delicia el poder contemplarlos y nuestras vidas se iban impregnando de todos aquellos detalles que antes no teníamos y vivíamos felices por ello. Yo recuerdo que mi madre compró una radio antes de venirnos a Barcelora a Tijeras de la calle Marchena y allá que la puso en el comedor con sus cortinitas encima de la mesa en la pared y nosotros cuando entrábamos a casa viniendo de la calle era a lo primero que le echábamos un vistazo y la veíamos expuesta como una verdadera joya, como así era considerada por entonces. Recuerdo que cuando le tocaba al dial para coger otra emisora, mi madre no quería porque decía que podría pasarse el dial y poderla estropear. ¡Qué recuerdos! Por entonces y mucho antes otra joya para mi madre era un reloj que le compramos a dita a Espinar y cuando lo tocábamos siempre nos decía que tuviéramos cuidado para que no se nos cayera de las manos y ella cuando lo ponía en hora, a su término, lo limpiaba como quitándole la huella dejada, y allá que lo ponía encima de la cómoda. Por entonces cualquier cosa de las consideradas hoy normales, eran verdaderas joyas, como el tener un balón de cuero, un reloj de pulsera, tener calzados sin pensar en que se nos pudiera romper al jugar, etc. etc. A María Dolores, tiene que ser mucho más joven que yo, porque por entonces el jamón no lo compraba casi nadie y además estaba muy salado, a mí no me gustaba nada en absoluto y la cultura del jamón es bastante reciente como de hace unos 20 o 30 años, porque incluso en Barcelona se iba de tapeo y nos ponían el jamón a taquitos, al igual que el queso. Eso sí el jamón hoy día es una delicia el comerlo y si es de pata negra, ya es algo superior. Por entonces que yo recuerde los chorizos y morcillas de la Ribera tenían mucha fama en la Puebla.
La tienda del Fray era también taberna al principio y daba a la calle san antonio, a la tienda propiamente se entraba por el callejón que hay entre san antonio y plaza santa ana.
En ese barrio había varias tiendas que tenían taberna y estaban muy cerca una de otra, la del Fray, la de Manolete y su mujer Maruja la Crujera y luego otra en la calle santa Ana del Romanero y su mujer Encarna y no me acuerdo si más arribita que estaba la taberna del Rebujino este llegó a tener tienda tambien o no.
Yo conoci la tienda del fray,la de antoñirri,y la de manolito reina,en esta ultima cuando yo tenia entre 12 y 14 años ivamos las amigas a la tienda para cojerle caramelos,pues los tenia encima del mostrador metidos en unos botes de cristal unos encima de otros,entonces le pediamos algo que tuviera que ir a la trastienda y en el descuido de el cojiamos caramelos y saliamos corriendo,era una aventura de la que todavia me acuerdo y ha veces se la cuento a mis hijos,yo ahora tengo 48 años,en la del fray iva con mis hermanos mayores a ver la tele y me ponia en la escalera que tenia en la trastienda y veiamos rintintin y furia en blanco y negro,es una persona excelente ,todavia tiene relacion con mis padres aunque nos cambiamos de barrio en los años setenta,y que voy ha decir de antoñirri era una buena persona,mi madre me mandaba por la botellita de vino dulce y cuando entrabas alli todo eran olores,me llenaba la botella de los barriles que tenia,que eran unos cuantos.Pero habia otra en la calle del cristo,le deciamos la tienda de la chica estaba al lado de la casa de la familia cano que son albañiles,yo vivia en la calle curro cortes,mis padres aun viven alli,y tambien era una tienda con encanto,se compraba por cuartos,medio kilo o kilo y se envolvia en un papel marron ,tenia de todo lo que le pidieras,en la entrada a mano derecha habia una bitrina pintada de blanco con puertas de cristales y hay tenia las colonias,los estantes eran de madera y llegaban al techo,si ivas a horas puntas te enterabas de todos los cotilleos del barrio,bueno son muchos recuerdos,me gusta que saquen este tipo de cosas por que a los que estamos fuera se nos remueve todo el cuerpo,por que volvemos a nuestra infancia,gracias por transportarme a mi pasado.
Lo que ha dicho Juan de la tele del Fray es verdad, mi abuela y mi madre me han contado que se ivan todo el barrio a la tienda del Fray a ver la tele porque era el primero que la compro.
En Julio voy a cumpkir 67 años y llevo aquí en Barcelona desde que tenía casi 19 años, por lo que me acuerdo nítidamente cómo olían las tiendas y parecidas a ellas. Yo por vivir en la Plaza Santa Ana, siendo amigo del Quisqui Gómez, el León, Juan del Diente, el botones, el Chamarín, el Lera y muchísimos más, tanto de la calle como de otras muchas, me acuerdo, ya que alguien ha nombrado al Fray, pues tengo muchos recuerdos de esa tienda, ya que, fue uno de los primeros que compró una televisión y la puso en la trastienda y allá que íbamos todos los del barrio a verla. En la trastienda como es natural, había sacos de habichuelas, lentejas, garbanzos, y de vez en cuando cogíamos un puñadito de ellos y allá que nos los comíamos y Fray, que era una persona muy buena nunca nos dijo nada ni nos regañaba por ello. Yo cuando he ido a la Puebla siempre me he llegado a saludarle y siempre se acordaba de mí. y hace un par de años que ha dejado de trabajar y desde entonces no le he visto, pero mis recuerdos de él son imperecederos. Y de la tienda del Fray tengo otro recuerdo imborrable, aunque de hecho no me gustó cuando me ocurrió y ya verán porqué. Yo estaba en el Seminario con el P. Jaime y durante mi tercer año, me dieron tres meses y pico de vacaciones y un día fui a comprar unos caramelos y había en la tienda cuatro mujeres que tendrían cada una por lo menos treinta años, por lo que para mí eran viejas, como es natural a esas edades. Pero el caso que una de ellas me mira y le dice a la otra: Mira este todavía no sabe lo bueno que es meterla en caliente. Yo que no sabía apenas nada aún de eso, me puse muy colorado y Fray siendo el último me atendió rápidamente y me fuí y, desde entonces, cuando tenía que ir alguna otra vez a la tienda abría y miraba por la cortina y si habían algunas mujeres pues no entraba. Durante esos tres años que estuve en el Seminario cuando llegaba al pueblo de vacaciones, las mujeres de mi calle no paraban de decirme cosas bonitas cuando me saludaban pero yo era muy vergonzoso y me ponía muy colorado y pasaba las de Caín. Hoy día estas cosas no podrían ocurrir porque todos los niños apenas nos diferenciamos unos de otros, pero los de antes, sí. Antes por ejemplo, los niños ya parecíamos viejos con las gorras y sombreros puestos a cortas edades porque ya trabajaban muchos de ellos y hoy día, eso menos mal, ya no ocurre. Todos los niños y niñas hoy día son muy guapos y representamos la edad que se tiene y no antes, que parecíamos de mucha más edad. Bueno, siguiendo con lo anterior, yo también me acuerdo de la tienda o bodega de Antoñirri y la de Reina que tenía muy buenos caramelos. De la Puebla tengo aún muchos recuerdos como si fuera ayer mismo, porque siempre he llevado a mi pueblo muy dentro de mí y cada día me acuerdo un poco como un fiel enamorado de su amada.
No se si sera tan antiguas como estas, pero la tienda de “El Fray”, en el callejon entre la calle San Antonio y la calle Santa Ana, tambien es bastante conocida y a cerrado hace relativamente poco. Yo solo tengo 21 años pero recuerdo de ir muy pequeño a comprar a la tienda que me mandaba mi abuela.
Mi abuela tuvo una en la calle La Cilla, todavía a la pequeña habitación junto al zaguán la llamamos ‘la tienda’ aunque el hueco que daba al mismo lleve muchísimos años cerrado.
Otra que me trae especiales recuerdos por su proximidad es la de “Fernando Guerrero” en el trozo ahora peatonal de la calle San José o el ‘cachito de los casinos’. Todavía recuerdo el corte pausado y perfecto con el que Fernando servía la chacina o el jamón… tiempos con menos prisas 😉
Saludos.
Lo siento, me gusta mucho el blog pero tengo que decir también ahora que se os ha olvidado comentar una cosa y es el olor de las tiendas que cada una tenía el suyo, yo me acuerdo muy bien de dos de la calle Victoria, una la de Antoñirri que olía a vinagre y vino del que vendía y la otra la de Manolito Reina más fina que olia completamente diferente
Bueno,otra de esas tiendecillas inolvidables fue la de la calle San Jose,de nuestro paisano,Antonio Torres,poeta,escritor y Morisco universal,el cual se merece desde hace mucho tiempo que se le dedique un homenaje por la labor que hizo al recopilar la historia de nuestro pueblo para que la conociesemos todos las generaciones de Moriscos,desde aqui va mi humilde homenaje a un gran hombre que nos dejo antes de tiempo!!va por ti Antonio!!…
cuantos papelones de jamon compraba mi padre,pero bien cortaito. que recuerdos
Mi abuela tenia una tiendecilla en la calle San Arcadio,era Encarnacion “LA MACOCA”,y era exactamente como la habeis descrito,vuestro articulo me ha traido muchos recuerdos,gracias por la labos que haceis,!!es fantastica!!,un saludo paisanos…