Jul 02 2011

ANECDOTARIO MORISCO (III): HISTORIAS DE LOS AÑOS DEL HAMBRE EN LA PUEBLA DE CAZALLA (1)

Publicado en ANECDOTARIO MORISCO

Todavía en la década de los 60, quienes éramos entonces niños podíamos percibir, a través de los relatos de nuestros mayores, los ecos de aquellos terribles años que todo el mundo llamaba los de la “jambre”. No fueron éstos los años de la guerra civil en que dentro de la escasez había para comer, sino los inmediatamente consecutivos, del 40 en adelante, en que se conjuraron una serie de factores que prolongaron para nuestro pueblo la agonía de los tres años anteriores. Coincidieron la ruina de la agricultura y la industria como consecuencia de nuestra contienda, el fin de la II Guerrra Mundial con la derrota del Eje del que la España franquista había sido aliada lo que provocaría su ostracismo internacional, y por fin, en el año 1.945, una terrible sequía que impidó que en nuestros campos se recolectaran sus frutos. Así lo cantó nuestro paisano Pepe Menese con letra del recordado Francisco Moreno Galván:

“Años de jambre venían,
si uno malo otro peor,
y no cuajaba una flor,
por lluvias o por sequías”

Eran los años de las cartillas de raciones, de los chuscos de pan negro y los comedores para pobres situados en la calle Victoria en donde hoy está la biblioteca pública, años de una gran mortalidad infantil, del garrotillo y los pujos, de alimentarse de las gardanchas que crecían en las cunetas de la carreteras.


Cartilla de racionamiento de la época

En este escenario en donde tiene lugar nuestra anécdota. Resulta que el hambre era tan intensa que muchos paisanos nuestros sin otros recursos, se veían obligados por las terribles circunstancias en que vivían, a salir al campo y robar lo que encontraban para llevar algo de comer a sus casas aún cuando la Guardia Civil, encargada de evitar estos robos en aquellos tiempos, ejercicía una represión muchas veces brutal. Uno de los productos más apreciados en esos casos eran las habas, que tanta hambre paliaron en aquellos años, y tal fue su popularidad, a veces como alimento prácticamente único para los más pobres, que en la Puebla hasta les sacaron una coplilla a esta humilde legumbre:

“Habas puse el lunes,
habas puse el martes,
el miércoles habas,
y el jueves guisantes.
Si no fuera por las habas,
dónde estaríamos ya,
camino del cementerio
con la boquita cerrá.
El lunes puse puchero,
por ver si me convenía,
y viendo que no me conviene,
habas puse al otro día.
¡Bendito, bendito,
bendito sea Dios!
por un guiso de habas,
el cabo me peló”

Las humildes habas que tanta hambre ayudaron a quitar a nuestros paisanos en aquellos años

Por aquellos entonces era sepulturero y guarda del cementerio Morrongo el Viejo, no el Morrongo que conocimos en los años 60 también como sepulturero y que se parecía a Ramiro Oliveros aunque en más enjuto, sino su padre. Este hombre habitaba una minúscula casita que había aproximadamente enfrente de la puerta del cementerio pero al otro lado de la carretera, en la propiedad que hoy es de Gómez el de la tienda de semillas. Esta casilla tenía también un trozo entrelargo de terreno, paralelo al camino, que podía regar con el agua de un pozo que todavía podemos recordar algunos que tenía un brocal de hierro; en esa parcelita Morrongo tenía autorizado realizar algunos cultivos que le permitían redondear los siempre menguados emolumentos de un empleado municipal de su categoría. Por cierto, que las malas lenguas comentaban que el huertecillo de Morrongo estaba siempre tan lozano porque el estiércol que usaba para abonarlo ya os imagináis, amables lectores, de dónde lo obtenía.


En la margen derecha de la carretera el cementerio de La Puebla de Cazalla. El árbol de la izquierda marca la situación aproximada de la casilla de Morrongo

El caso es, amigos, que Morrongo por las mañanas cuando se levantaba venía observando cómo por la noche alguien había llegado hasta el huerto y se llevaba las habas que aquel año había sembrado, no muchas, pero sí un buen puñado cada noche, y claro, se determinó a acabar con aquella situación que él comprendía, cómo no comprenderlo con el hambre que había y los muchos niños que se acostaban sin cenar, pero como a él le hacían falta también las habas para alimentar a su propia familia, a ver qué hacía, total, que pensando cómo arreglar el asunto sin perjudicar excesivamente al ladrón o ladrones por necesidad, pensó que lo mejor era aprovechar la cercanía del cementerio y el respeto que el personal le tenía a los difuntos.

Entrada del cementerio de La Puebla de Cazalla que data de 1.898

Y dicho y hecho, a la siguiente noche Morrongo en vez de acostarse se quedó en vela para acechar al ladrón y, ya de madrugada, cuando  sintió un raspajeo en el habar, se asomó con cuidado y, efectivamente, allí estaba el ladrón que había acudido puntual a la cita de todas las noches con las habas de Morrongo. Entonces éste, regodeándose por anticipado del susto que le iba a dar al otro, pensó: <<ahora verás si te vas a acordar tú del mandao>> y echándose por encima una sabana blanca que le había preparado su mujer para el caso, se fue acercando despacito y sin hacer ruido hasta a las espaldas de ladrón y cuando ya estaba cerca de él, poniendo una voz que sonara como tenía que sonar, va y le dice: <<que soy un aaaalma del oootro muuundo>> a lo que el otro cuando lo oyó, volvió un solo segundo la cara y le contestó: <<pues vete para el otro mundo que en éste se pasa mucha hambre>> y siguió tan tranquilo cogiendo sus habas.

Morrongo cuando vio aquello no se lo quería creer, se volvió a su casa, tiró la sabana por el camino y sin decirle ni pío a su mujer, que lo primero que hizo fue preguntarle por cómo había ido la cosa, se acostó y se olvidó para siempre de las habas.

5 comentarios

5 comentarios en “ANECDOTARIO MORISCO (III): HISTORIAS DE LOS AÑOS DEL HAMBRE EN LA PUEBLA DE CAZALLA (1)”

  1. Manuelel 26 Jul 2011 a las 9:27

    Hola , yo naci en la puebla , en el 55, en la c/ la Cilla , ( enfrente de la capillita de la virgen ) a mi padre se le conocia , por ” el rubio la elfa ” y a mi madre , por la ” ijona ” aunque este apodo era mas de mi abuela , , por los 61/62 mas omenos , yo siempre estaba con Antoñito ” el jerraor ” en la herreria que esta en la c/ la Cilla,yo tenia mas o menos 6/7 añitos , y me acordare toda mi vida de aquel momento en que despues de salir de la ” miga ” pues siempre me esperaba en la puerta de la herreria a que llegara Joseito Macia, con los borricos ,, y Joseito iba montado en su mulo castaño, y al verme siempre me tendia su mano , me alzaba y me montaba a la grupa ,, hasta mi casa ,70/ 80 metr, mas o menos , pero la ” anecdota , no es esta ,, la ” anecdota ” es que aquella tarde se ve que habian traido una espuerta con algarrobas , y eran unas algarrobas gordas ,yo me acerque a la espuerta y alargue la mano , y alguien ( no pude ver quien era ) me dio un correazo o con algo en la espalda , yo sali corriendo sin mirar atras, aquella tarde no me monte en el mulo de Joseito, yo sabia que Antoñito no podia ser pues el era , al contrario una bellisima persona , como es natural me quedo la marca , y mi abuela fue a pedirle cuentas a Antoñito, el hombre casi llorando juro y perjuro que el nunca haria eso, y todos estabamos mas que seguro que el no habia sido, pero algun desalmado si fue pegarle un correazo a un niño de 6 años por coger una algarroba ,, se tiene que tener el corazon muy negro. un saludo a todos

  2. rosario santos marinel 10 Jul 2011 a las 9:06

    Hola yo naci en sevilla .pero mis padres y mis hermanos son moriscos ,y esa cancion de las habas yo me la se de memoria por que mis padres no las cantaban como algo anecdotico y en mi casa era una cancion que se empleaba para todo .Mis padres por desgracias vivieron esa epoca tan mala de tantisima hambre y de tener que robar pa poner un guisito de habas a aquel que tuviera un huertesito ,pobres mios cuanto an pasao en aquellos malditos años de penurias ,mi madre a fallecido recientemente y a pesar de tan malos recuerdos como tenia de su pueblo ,por aquellas penalidades que paso ,a querido descansar en su pueblo y alli se encuentra en el cementerio de su Puebla De Cazalla.Un beso para todos los Moriscos.

  3. Jiménezel 04 Jul 2011 a las 13:48

    Hola moriscos, yo ya tengo 59 años, no viví esos malos tiempos pero he leído la anécdota y con alguna variación he recordado que la ya la había oído antes, de la casilla y del pozo de Morrongo me acuerdo como de un ensueño pero ya estaban en ruina.

  4. antonio T. L.el 03 Jul 2011 a las 22:11

    Muy buena la anécdota, bien documentada e ilustrada. Esto no es extraño por otra parte y ya nos tenéis acostumbrados a esto hasta el punto que uno de mis tareas del fin de semana es ver el nuevo artículo, creo que sería bueno tener un apoyo a esta recuperación de memoria y que os permitieran también hacer algo en papel, yo al menos lo apoyo y lo digo para quién corresponda.

    De chico también había oido anécdotas que tenían que ver con el estrasperlo en el cerrete y la calle San Pedro, no consigo ponerlos en pie, a ver si alguien se acuerda.

    Saludos y enhorabuena por la labor.
    Antonio T. L.

  5. Juanel 02 Jul 2011 a las 18:44

    Esta canción de las habas la he oido un montón de veces a mis hermanas mayores que la cantaban allá por los años 50, 60, y nunca se me ha olvidado, pero al leerla veo que aquí está un poco diferente aunque no mucho. Por ejemplo, el estribillo primero es exactamente igual, y… mejor es escribirla tal como me la aprendí.

    Si no fueran por las habas donde estaríamos ya, camino del cementerio con las manitas cruzás. Habas puse el lunes, habas puse el martes, el miércoles habas y el jueves guisantes. Al otro día puse puchero para ver si me convenía y viendo que no me convino habas puse al otro día.
    Habas puse el lunes, habas puse el martes, el miércoles habas y el jueves guisantes.

    O sea, que el puchero no lo puso el lunes, sino que sería el viernes, pero viendo que no le convino, el sábado volvió a poner otra vez las habas. Y lo de la boca cerrá, yo lo aprendí con las manitas cruzás, porque se supone que cuando lo amortajan a uno le ponen las manos de esa manera. Y el final aunque así no me lo aprendí porque no estaba dentro de la canción, debo reconocer que está muy bien y viene como anillo al dedo. además, se supone, que muchas gentes lo aprendieron de alguna otra manera y tal vez con matices diferentes, pero sea como fuere es excepcional este artículo que habéis fabricado y veo que estáis por la labor de hacernos recordar cosas de nuestra niñez y juventud (para algunos) y para otros (los que no vivieron aquella época) tal vez ni se crean que esas cosas pudieron existir. Muy bonito, ¡sí señor!
    .

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